COP26 (26ª Conferencia de las Partes sobre Cambios Climáticos de la ONU) ocurrirá del 31 de octubre al 12 de noviembre en la ciudad escocesa de Glasgow. Allí se discutirán los próximos pasos para la implementación completa del Acuerdo de París, el compromiso multilateral más importante para el clima en los últimos años.
En este artículo se abordarán 5 tópicos fundamentales para la comprensión de los debates en la COP26:
- La conferencia no producirá un nuevo acuerdo, pero buscará reorientar los esfuerzos globales para confrontar la crisis climática en un ambiente radicalmente modificado por la pandemia;
- Los resultados alcanzados por los países signatarios del Acuerdo de París deberán servir de incentivo para nuevas metas de emisiones;
- La regularización del Artículo 6 del Acuerdo de París, que determina el funcionamiento del mercado regulado de carbono, será uno de los principales temas abordados;
- El debate sobre la definición de metodologías de calibración de reducción de emisiones también es un ítem destacado de la pauta del encuentro;
- COP26 marcará el regreso de los Estados Unidos como protagonista en el debate sobre los cambios climáticos.
¡Buena lectura!
COP26: qué está en pauta y qué esperar del encuentro
Casi 30 años después de la Cumbre de la Tierra (Río-92), que estableció la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC), o simplemente la Convención del Clima, Reino Unido se prepara para ser sede de la 26ª Conferencia de las Partes sobre Cambios Climáticos de la ONU, COP26.
Originalmente planificada para noviembre del 2020, la conferencia fue pospuesta debido a la pandemia de COVID-19 y, finalmente ocurrirá entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre de 2021, en la ciudad escocesa de Glasgow.
En un contexto de recuperación de la recesión global y de la continuidad del avance de los impactos de los cambios climáticos, cada vez más visibles, las expectativas en torno a los resultados de la COP26 son crecientes.
La conferencia no producirá un nuevo acuerdo. Aun así, se espera que la reunión se convierta en un hito histórico, con el reinicio y reorientación de los esfuerzos globales para confrontar la crisis climática en un ambiente radicalmente modificado por la pandemia.
Metas del Acuerdo de París
COP26 a dia de hoy, es vista el siguiente paso necesario para la implementación completa de las metas definidas en el Acuerdo de París – el compromiso multilateral más importante para el clima en los últimos años . Los resultados obtenidos hasta este momento serán evaluados en noviembre, y deberán servir de incentivo para que los países hagan sus metas de reducción de emisiones más ambiciosas.
Además de esto, uno de los avances más esperados con relación a la reunión de Glasgow es crear una mejor definición de metodologías de calibración de reducción de emisiones. Con cada país estableciendo su propio método, es difícil no solamente comparar los avances entre países, sino también confiar que los números divulgados en algunos casos sean reales.
Otro punto importante esperado es la regularización del llamado Artículo 6 del Acuerdo de París, que aborda dos de los principales mecanismos de mercado. En el artículo 6.2, es propuesto el comercio entre países de créditos generados por proyectos de reducción/remoción de emisiones. En el artículo 6.4, es propuesto un mecanismo descentralizado de transacción entre entidades públicas y privadas, a partir de proyectos certificados y validados por un organismo supervisor.
EE.UU. de regreso al debate sobre el clima
COP26 promete ser importante no solamente para las metas de reducción de emisiones, sino también para la reorganización de la política ambiental internacional. El presidente americano Joe Biden espera alzar a los Estados Unidos a una posición de liderazgo en las negociaciones climáticas. El país no ratificó el Protocolo de Kyoto, el primer intento global de reducción de emisiones en 2003, lo que resultó en un atraso en las negociaciones globales.
En una iniciativa más alineada al entendimiento de la ONU y de los especialistas del UNFCCC, Biden organizó ,en los primeros meses de su mandato, la Cumbre de Líderes sobre el Clima, en abril del 2021, con el objetivo de ser un acto preliminar del COP26. El evento reunió – virtualmente – a más de 40 líderes mundiales.
Segundo mayor emisor del mundo después de China, Estados Unidos llegó a la reunión con un posicionamiento fuerte, buscando ir más allá de los compromisos firmados en el Acuerdo de París, y buscando construir confianza internacional acerca de la seriedad del país en las cuestiones ambientales.
Las Áreas de enfoque son fondos dirigidos para vehículos eléctricos y energías renovables, mejoría de los requerimientos de divulgación de datos y ayuda financiera para naciones en desarrollo. Definiendo la lucha contra el cambio climático como un “imperativo moral”, Biden anunció en la Cumbre de Líderes que Estados Unidos reducirá las emisiones de gases de efecto invernadero a la mitad antes del 2030.
EE.UU. ya anunció que su agencia para el desarrollo internacional (USAID) lanzará una nueva estrategia contra el cambio climático y se comprometió a duplicar, antes del 2024, el financiamiento anual dirigidoa países en desarrollo, en comparación con la media observada en la segunda mitad de la administración Obama-Biden (2013-16).
Sin embargo, el objetivo de movilizar a otros países fue ligeramente frustrado, con pocos países anunciando objetivos de metas más ambiciosas que las de París, lo que Biden espera que cambie antes de la COP26.
Internacionalmente, sin embargo, la expectativa recae sobre los propios EE.UU. Hasta este momento, países desarrollados aún no alcanzaron la meta establecida en la capital francesa de suministrar $100 mil millones por año en financiamientos para países en desarrollo, a pesar de que países como Francia, Alemania, Canadá y Reino Unido hayan aumentado significativamente sus contribuciones. Para COP26, se espera que EE.UU. anuncie un aumento de sus contribuciones de forma proporcional con el tamaño de su economía y responsabilidad.
El origen de las COPs
En 1992, en la conferencia de la ONU conocida como ECO 92, con sede en Río de Janeiro, más de 150 países firmaron la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, cuyo principal objetivo era retornar al nivel de emisiones globales de 1990 antes del año 2000. Esta meta nunca fue alcanzada, y el nivel de emisiones conjuntas permaneció en trayectoria ascendente. Ninguna meta individual había sido establecida, pero allí nació la estructura para futuras negociaciones internacionales.
El encuentro realizado en Río de Janeiro abrió las puertas para la creación de la Conferencia de las Partes (COP) en 1995 en Berlín. COP fue creada como el cuerpo de toma de decisión de la Convención del Clima y desde entonces los países signatarios se reunen anualmente.
Cinco años después del primer acuerdo del clima, representantes de diversos países reunidos en Japón para COP3 diseñaron en 1997 un nuevo pacto de acciones para minimizar el impacto humano sobre la naturaleza, componiendo lo que sería llamado Protocolo de Kyoto.
Reconociendo el papel que los países desarrollados tuvieron en el calentamiento global, el tratado basado en la convención de la ONU buscaba un compromiso obligatorio de reducción de emisiones para los países más industrializados y en transición, incluyendo los Estados Unidos y los componentes de la Unión Europea.
La política interna americana, no obstante, nunca permitió que el tratado fuese ratificado por el Congreso de los Estados Unidos, bajo el temor de que hubiese un impacto negativo sobre la economía, y George W. Bush formalmente retiró al país del grupo de signatarios en marzo del 2001.
Debilitado con la retirada de los Estados Unidos, el principal hito internacional post-Kyoto fue la convención de Copenhagen en diciembre del 2009. Barack Obama esperaba firmar un tratado que estableciese metas obligatorias para la reducción de emisiones. No obstante, el único documento final producido establecía que las naciones involucradas “tomarían actitudes” para alcanzar el nivel máximo de emisiones cuanto antes, para invertir la trayectoria para una tendencia descendente.
Sin la definición de metas obligatorias, una de las pocas victorias del acuerdo de Copenhagen fue la creación del fondo del clima, para ayudar en la movilización de recursos públicos y privados internacionales dirigidos para países en desarrollo.
Metas internas de emisiones
Ante el error en producir resultados más palpables en reuniones multilaterales, diversos países se enfocaron en establecer metas internas de reducción de emisiones, lo que llevó a un cambio de enfoque en la elaboración del Acuerdo de París. Originalmente planificado para sustituir el Protocolo de Kyoto, que expiraría en el 2020, el Acuerdo de París acabó siendo adoptado mucho antes, en diciembre del 2015, oficialmente entrando en vigor en noviembre del 2016.
Aproximadamente 200 países firmaron el acuerdo que define hoy todas las negociaciones internacionales referentes al clima. Incluso ante las dificultades de encontrar un consenso entre la mayoría de los países del mundo, los líderes en París concordaron colectivamente que los cambios climáticos son causados por el comportamiento humano y son una amenaza para el medio ambiente, así como para la propia existencia humana. Fue cuando se concordó que era necesaria una acción global para frenar esta trayectoria.
El acuerdo estableció que la meta principal sería mantener las emisiones “muy por debajo” de 2 grados Celsius (con esfuerzos para mantenerla por debajo de 1.5 grados) por encima de niveles de temperatura preindustriales. Este límite fue establecido en la época por científicos como el límite de temperatura a partir del cual los daños causados al medio ambiente serán irreversibles.
Diferente de Kyoto, el Acuerdo de París no coloca la mayor parte de la responsabilidad futura en los países desarrollados. Los más pobres también forman parte de la solución. Para ser más inclusivo y buscar resultados más factibles, el acuerdo dio la flexibilidad para que cada país estableciese sus propias metas de reducción de emisión y diseñase sus planes individuales para cumplirlas.
A pesar de que las metas no sean legalmente exigidas en el caso que no sean alcanzadas, los países se comprometieron a incrementarlas progresivamente. El acuerdo también establece caminos para que las naciones desarrolladas ayuden a los países en desarrollo a alcanzar sus propias metas de mitigación y adaptación, y crea recursos de monitoreo y divulgación.
EE.UU. anuncia nuevas metas de emisiones
Los EE.UU., que habían establecido en el Acuerdo de París la meta de reducir emisiones entre 26% y 28% con relación a los niveles de gases de efecto invernadero registrados en el 2005, fue el único país entre casi 200 naciones a desistir del acuerdo, durante el mandato de Donald Trump.
Después de Kyoto, esa fue una segunda baja de Estados Unidos en negociaciones multilaterales sobre clima en años recientes, lo que causó daños a su posición politica de liderazgo en el sector. El espacio que EE.UU dejó quiso ser ocupado por todo el mundo, incluyendo liderazgos locales, empresas/empresarios, académicos y ciudadanos civiles.
Con el objetivo claro de no solamente darle apoyo a la protección del medio ambiente, sino también de retomar la posición de comando, el presidente de los EE.UU. Joe Biden se comprometió incluso antes de ser elegido a retornar al acuerdo. En su primer día de gobierno, el presidente envió una carta a la ONU apuntando formalmente que el país retornaría al acuerdo, lo que ocurrió de hecho el 19 de febrero de 2021.
Fue este movimiento que llevó a la administración Biden a organizar la Cumbre de Líderes sobre el Clima, en abril del 2021, reuniendo dirigentes globales como una preparación para la esperada conferencia de Glasgow el próximo noviembre.
Los EE.UU. anunciaron una nueva meta considerada muy osada, para reducir las emisiones entre 50% y 52% por debajo del 2005 antes del final de la década. Se espera que con los nuevos objetivos el país logre incentivar a otros grandes emisores como China e India a anunciar en noviembre metas más agresivas.
Brasil pierde liderazgo en la agenda climática
Históricamente activo y con voz de gran resonancia internacional en negociaciones climáticas, Brasil está perdiendo su posición de liderazgo en los últimos años, principalmente con el crecimiento de la deforestación y la falta de transparencia con relación a la situación real de las cuestiones climáticas en el país.
Durante la Cumbre de Líderes sobre el Clima, organizada por Biden en abril 2021, el presidente Jair Bolsonaro estableció como meta para Brasil alcanzar la neutralidad climática antes del 2050. Con este objetivo, Bolsonaro se comprometió a eliminar la deforestación ilegal antes del 2030, y reducir las emisiones de gas carbónico un 43% en ese mismo plazo.
Bolsonaro resaltó también la necesidad de desarrollo de los pueblos de la Amazonía, una de las regiones más pobres del país, utilizando la bioeconomía, el uso del bosque y la biodiversidad como formas de apalancar la región social y económica.
Para COP26, Brasil tiende a tocar el tema del derecho al desarrollo sostenible para países en desarrollo, además de solicitar financiamiento internacional para medidas de combate a los cambios climáticos.
COP 26 será el primer gran desafío del Ministerio del Medio Ambiente después del reciente cambio de mando. Una de las acciones del Ministerio deberá ser la defensa de la agenda del sector privado para el área ambiental, con pautas como el pago por servicios ambientales, Floresta+ (programa de remuneración a la protección de bosques nativos), y el pago a extractores de diversos biomas.
El gobierno brasileño está intentando obtener financiamiento internacional para la preservación de la Amazonía, especialmente de los Estados Unidos. No obstante, la Casa Blanca exige metas concretas de combate a la deforestación ilegal, lo que teóricamente ya forma parte de las metas autodeclaradas por Brasil, a pesar de que los números de deforestación en la Amazonía hayan roto el récord en el primer semestre del año. El tema tiende a mantenerse en la pauta hasta COP26.