La importancia de medir las emisiones financiadas en el sector bancario

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Los inversionistas, stakeholders y los organismos reguladores han presionado las instituciones financieras para que tomen medidas concretas para reducir o neutralizar sus emisiones de gases de efecto invernadero. El primer paso para lograr este objetivo es medir sus emisiones directas e indirectas, identificando sus emisiones financiadas. 

¿Qué son las emisiones financiadas? 

Al igual que otros segmentos, los bancos, las compañías de seguros y otras instituciones financieras emiten gases de efecto invernadero (GEI). Las emisiones directas, que están bajo su control, resultan de sus operaciones (emisiones de alcance 1) y del consumo de energía eléctrica en sus oficinas y agencias (emisiones de alcance 2). Las entidades financieras también son indirectamente responsables por las emisiones que se producen en su cadena de valor (emisiones de alcance 3).  

De las emisiones indirectas, las más relevantes para el sector financiero son las emisiones de activos de sus carteras parcialmente viabilizadas a través de préstamos, inversiones y otros servicios. Por lo tanto, si un banco otorga crédito a una empresa, actividad o proyecto que genera emisiones de GEI, es corresponsable por las emisiones asociadas a esta actividad. Según el informe de CDP, “The Time to Green Finance”, las emisiones de GEI asociadas a los servicios ofrecidos por las grandes instituciones financieras globales son, en promedio, 700 veces mayores que sus emisiones directas. El mismo informe destaca que casi todo el impacto climático causado por el sector se origina a través del financiamiento de actividades contaminantes. 

De esta forma, las entidades financieras son catalizadoras de la transición hacia una economía de bajo carbono y desempeñan un papel clave en la implementación del Acuerdo de París por la gran influencia que ejercen en otros sectores de la economía. Movilizar y asignar sus recursos puede acelerar o retrasar esta transición, así como multiplicar o mitigar los riesgos climáticos. 

¿Por qué es importante medir las emisiones financiadas? 

El cálculo de las emisiones financiadas es el punto de partida para integrar la agenda climática en la estrategia de las entidades financieras. Él facilita su alineación con las iniciativas de gestión de riesgos climáticos, asiste en la definición de objetivos de reducción de emisiones y en el diseño de trayectorias de descarbonización de sus carteras. 

La primera medición de las emisiones financiadas por una institución financiera, conocida como baseline, establece el punto de referencia para futuras mediciones y comparaciones. Es necesario llevar a cabo nuevos recuentos anualmente para monitorear el progreso y mejorar la asignación de recursos según los objetivos climáticos establecidos. 

El ejercicio, sin embargo, va más allá de la medición. El compromiso con los clientes para que realicen sus inventarios y reduzcan sus propias emisiones es fundamental para que las entidades financieras avancen en sus compromisos climáticos. El seguimiento directo de las emisiones, que muchas empresas aún no contabilizan, es de gran importancia para las estrategias de descarbonización del sector financiero. 

Además, la orientación de los recursos hacia el desarrollo de tecnologías verdes y la expansión de las energías renovables, así como la desinversión gradual y consciente en actividades intensivas en carbono, también son estrategias importantes en la transición hacia una economía baja en carbono. 

¿Cómo calcular las emisiones financiadas y cuáles son los desafíos? 

La metodología desarrollada por Partnership for Carbon Accounting Financials (PCAF) es hoy la referencia para el cálculo de las emisiones financiadas, y se define como la base para construir una estrategia para neutralizar las emisiones de las instituciones financieras en línea con la Science Based Targets Initiative (SBTi). 

La iniciativa es una colaboración global para desarrollar e implementar un estándar que permita medir y reportar las emisiones asociadas con los servicios de concesión de créditos y financiamientos. La primera versión de su manual metodológico, el “Global Carbon Accounting Standard for the Financial Industry”, se publicó en noviembre de 2020 y considera seis clases de activos típicas de la industria financiera. Una nueva versión debe lanzarse en 2022 e incluirá nuevas clases y categorías de recuento. 

El PCAF aplica el mismo principio de atribución utilizado por el GHG Protocol, en el que las emisiones financiadas se calculan en base a un porcentaje de las emisiones de las empresas del portafolio, el cual será atribuido a la entidad financiera por la relación entre el monto financiado o invertido y el valor económico de la empresa o actividad financiada. El PCAF requiere que las instituciones financieras calculen sus emisiones financiadas absolutas (emisiones brutas de GEI de las carteras), divulguen públicamente los resultados y utilicen los mejores datos disponibles en sus cálculos. 

Como cualquier metodología, PCAF tiene limitaciones. Una de ellas es la cobertura limitada de las clases de activos. No existe, por ejemplo, una metodología específica para contabilizar las emisiones del sector agrícola, que es de gran importancia en las carteras de las instituciones financieras en Brasil. También existe una brecha importante en los datos de emisiones de los clientes que integran las carteras de los bancos, ya que pocos realizan sus inventarios de GEI. Sin datos sólidos, se utilizan estimaciones y promedios sectoriales, lo que puede subestimar las emisiones reales financiadas del sector financiero. 

A pesar de todos los desafíos, es fundamental que las instituciones financieras midan sus emisiones financiadas para que comprendan el impacto de sus actividades y ajusten sus estrategias de asignación, contribuyendo a la transición hacia una economía baja en carbono.  

WayCarbon cuenta con un equipo con amplia experiencia en el cálculo de emisiones financiadas, pudiendo ayudar bancos, aseguradoras y otras instituciones financieras en el seguimiento frecuente de sus emisiones financiadas, así como en la estructuración de objetivos de reducción, creación de bonos temáticos y en la ejecución de estrategias de descarbonización de sus carteras. 

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